sábado, 27 de junio de 2009

Dejá vú


Todo me resultaba tan familiar, todo era tan propio del lugar. Como si siempre hubiera estado todo ahí. En su lugar, en perfecto orden con el universo.

Las luces, los timbres, el suave golpe seco que lograban mis pies con su paso.

Era un paso, y otro y cada vez más cerca.

La respiración dentro fuera vapor, vapor dentro de mis ojos vidriosos. Y otra nueva memoria, sacadas como hilos de mis sienes.

Los labios secos que pretendían no dejarme modular ni una sola palabra, ni una sonrisa. Y el gusto a sandía.

Todo aparecía borroso, claro, tu perfil, tu voz, tus expresiones y luego desaparecían. Se esfumaban, se evaporaban, cada vez más lejos. Silencio, silencio, silencio.

La ausencia, la inconsciencia, los fluires, los ríos, los decretos y otra vez, otra persona. Tengo miedo pero ya se fue.

COmo queriendo ser desmemoriada.

Las diferencias, las separaciones y los divorcios de la mente. Que cosa tan leberintística!

Separar, dividir, que ganamos? Esto tuyo, esto mío, mi parte de esto y la tuya de aquello.

Cortar en la justa medida, el punto justo de algo. Peor, qué es justo? Mejor, nada lo es, ni la propia escencia, el ser, el aura, todo es ambiguo, pero no justo en el medio.

Lo efímero, lo duradero, es elegir, y sino solo se inclina el paisaje en algún punto. Puntos.

Intensamente, los moviemientos, músculos y engranajes perfectos. Peor de nuevo, qué es perfecto? Mejor, la voz es perfecta, la canción.

Uno sabe hasta dónde llega el uno real y el uno real, hablando de realidad y de verdadero, de lo cotidiano y lo espiritual.

Igualmente todo se une en elgún momento. Toda va y viene, sube y baja.

Se toma y se suelta. Se come la mandarina y se escupen las semillas.

Y el jugo, el jugo dulce que sueltan las manos, nos hace resbalar y caer. Volver, el miedo y observarte. Temo olvidarte, olvidarme. El pelo de la nuca todo encrespado, una mirada asomando trás el cubrecamas y el asombro de una nueva experiencia.

Qué soy? Qué sos vos?

Es una aventura salir a la calle, pararse en la vereda y saltar de la alegría de estarse y sentirse vivo. Aprender a hacerlo y lograr que cada cosa sea como la primera vez, ese asombro y a la vez la intuición que te guía a tocarlo, rasparlo, rasguñándolo. Esa cosa que te lleva y te trae de la panza y que uno no entiende qué pasa.

Era un lienzo gigante que nos cubría y nos encontraba y nos desencontraba en la misma cama, las palabras algo difusas, y de repenteme quitaban tu presencia. Te arrancaban de mí, y mis brazos de pronto abrazaban la nada. Pronto el frío se extendía por mi pecho, necesitaba tu cuerpo caliente. Y entonces me desperté y salí a buscarte, salí a encontrarte.
Vos siemplementes te escondías, ya habías terminado, yo estaba completamente fuera de tu vida y sin embargo, yo te resultaba familiar.

Es olvidarse de la experiencia agazapado y esconodiéndose en los juegos de una hoja de otoño


domingo, 14 de junio de 2009

Mirar atras y dejar de perder el tiempo..
Dejarme llevar por las olas en tus ojos
saber verdades que jamas quise aceptar
sentirme parte y cumplable de todo.
Y si estamos aca por algo, porque no lo sabemos?
y si en realidad la duda es lo nuestro, en lo que debemos estar y permanecer?
Destrucciones que vuelven y se enciman y se entrelazan con esos viejos sentimientos de felicidad. De delirios.
Hoy nuevos dias comienzan con una nueva esperanza,
las lagrimas se ven viejas y oxidadas. Distantes.
Las canciones me pintan un nuevo mundo
otra realidad mas ondulada, menos real
mas a tu lado, mas lejos tuyo.
Bah.. dependiendo de q flashback hablemos

lunes, 8 de junio de 2009

Visita al psicólogo.

Todos los días ella caminaba por la San Martín.
Por la San Martin llena de luces, de gentes, de rostros q no conocia. Eso le hacia bien, se sentia libre, enfundada en su saco bordó.
Apenas pisaba la esquina abría el bolso, sacaba el encendedor, lo sostenía con sus dientes, sacaba una etiqueta de cigarrillos, tomaba uno y lo encendía. Suavemente el sabor tostado del tabaco iba haciendo que su alma entrara en un estado de calidez fenomenal. Cada bocanada era un respiro a una nueva vida, la que buscaba ya desde hacía mucho.
Caminaba lentamente y al compás de alguna canción que guardaba fielmente su memoria. Su memoria que lo único que recordaba eran cosas vanas, sin importancia mayor que la de darles a esos plácidos momentos de éxtasis que sienten solo algunos transeúntes, algo de melodía abrasadora. Algo que al parar le pedía más y entonces ella caminaba. Seguía dando vueltas sin sentido, sin querer llegar a ese lugar tormentoso al que tenía que ir dos veces por semana a partir de ese día.
Tarareando quiso llevar el cigarrillo a su boca, pero su brazo no se movió. "Debe ser el frío, ya tengo hasta los brazos entumecidos" pensó. Y continuó su rumbo sin más.
Lentamente el lugar se iba acercando, se hacía cada vez mas grande y ella comenzaba no enteder por que estaba allí.
Ella no quería ir, era la otra, esa mujer que la profanaba a veces. No le importó, ella sabía cómo manejarla. Pero fue ésa la que la vistió, le preparó un café, abrió la puerta, le encendió el cigarrillo, y le movió las piernas para ir, haciendo de esto como un juego, participando de sus actividades y haciéndolas agradables. Ella ya sabía, era casi imposible que ésa mujer habiera sido tan gential, algo venía.
Quería escaparse pero veía como las puntas de sus mechones recortados le señalaban el camino, ese espantoso camino al horror. Y seguía caminando.
De repente paró.
Alegre por la decisión de sus pies, intentó volverse sobre sus pasos. Pero no, su cuerpo ya no respondía, su mano había soltado el cigarrillo.
Su cabeza giró, miró a su alrededor, se miró en una vidriera, se acomodó la boina y su pollera empezó a agitarse otra vez.
No podia creerlo, miro atónita a sus piernas que ya entraban a ese lugar con placa en la puerta. Se sentía encerrada en eso, en ese cuerpo que la movilizaba, que la llevaba a las fauces de aquella bestia.
Su brazo se levantó, ahora sí se levantaba. Cerró su puño dejando solo el dedo índice estirado y presionó el timbre.
Esperó unos segundos, trató otra vez de mover alguna parte de su cuerpo por motus propio. Pero no.
Y salió aquella voz extraña de ese portero extraño. "Ah, si si. Te estaba esperando".
Y ella... respondió.
Su voz sonaba extraña, no era ella.
Era ésa. La otra.
Abrió la puerta y comenzó a subir escalón por escalón, lamentando.
Lamentandose por algo que no terminaba de comprender, pero sabía que era el fin.
Veintiuno, ventidós, veintitrés escalones.
Elevó la vista y vió el rostro del terror. Allí estaba. Un rostro enmarcado en un pelirrojo completamente ficticio, una cara recta, de facciones lineales e inescrupulosas.
Las escenas comenzaron a mezclarse, desaparecieron entre los laberintos de su mente y la de la "otra".
De a poco fue introvirtiéndose más y más en su interior, empezó a hablar y escuchaba cómo las voces suya y la de la pelirroja se iban alejando, iban quedando embotelladas. Y así se apagó hasta ser sólo la una mínima parte de lo que sabía que podía ser. Se quedó en un rincón de ese cuerpo frío que alguna vez tanto placer le había dado. Ya no percibía aromas, tampoco podía recordar como cantar, ni sentía el cuerpo de Martin al tocarlo. Un día Martin se fue.
Y allí quedo abandonada junto a toda esperanza de que él notara que ella seguía ahí, ninguneada como la mejor nadie, como la mejor nada.
Le quedó sólo el recuerdo de ese último cigarrillo lleno de sabor, esa tarde llena de color y un esbozo de aquella melodía.
So much to say. I can't see the light.

Le quedó sólo la certeza de que algún día esa mujer se iría, moriría para poder ser un alma libre, sin nada, pero libre.